Las democracias de las Américas se defienden del crimen
Автор: Carlos Sanchez Berzaín
Загружено: 2025-10-21
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Carlos Sánchez Berzaín entrevistado por Napoleón Bravo: El futuro de las Américas se juega hoy en el Caribe. Estados Unidos, junto a varias democracias del continente y Europa, ha iniciado una ofensiva directa contra el narcoterrorismo, enfocando su poder político y militar en desmantelar al cartel de los Soles, el grupo criminal que controla el poder en Venezuela bajo el mando de Nicolás Maduro y Diosdado Cabello. Esta operación —ya en marcha con la destrucción de varias embarcaciones y semisubmarinos— representa un cambio profundo en la política exterior estadounidense y marca el inicio de una nueva geopolítica regional.
Esta transformación redefine el eje de confrontación en el continente: ya no se trata de una disputa entre izquierda y derecha, sino de democracia versus crimen organizado. Los gobiernos que se alinean con el respeto a los derechos humanos, la libertad y la propiedad privada —como Argentina, Ecuador, Paraguay o República Dominicana— se enfrentan a regímenes autoritarios y criminales como Cuba, Venezuela, Nicaragua y Bolivia. El llamado “socialismo del siglo XXI” se presenta como un disfraz ideológico para una estructura de poder mafiosa y transnacional.
El cartel de los Soles no solo ha usurpado la soberanía venezolana, sino que ha extendido su influencia mediante tácticas de “guerra híbrida”: narcotráfico, tráfico de personas, migración forzada y financiamiento de campañas políticas en otras naciones. Esta red criminal ha contaminado instituciones democráticas en toda la región y, según la acusación de Washington, cuenta con aliados en gobiernos como los de Gustavo Petro en Colombia, Andrés Manuel López Obrador en México y Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil.
La ofensiva liderada por Estados Unidos no es simbólica. La Casa Blanca ha movilizado al Comando Sur y ha anunciado que no descarta operaciones terrestres fuera de las aguas internacionales del Caribe. El objetivo es claro: desmantelar el sistema criminal venezolano que, durante 25 años, ha operado bajo el amparo de una falsa legitimidad revolucionaria. En este contexto, la caída del cartel de los Soles se percibe como el detonante que podría precipitar el colapso de las dictaduras de Cuba, Nicaragua y Bolivia.
El presidente ecuatoriano Daniel Noboa se ha convertido en un aliado clave al reabrir la cooperación con Estados Unidos y permitir el regreso de la DEA. Su decisión de limpiar las estructuras del narcotráfico ha provocado una violenta reacción de las mafias, pero también ha devuelto esperanza a un país golpeado por la corrupción y el crimen.
En paralelo, Washington ha endurecido las sanciones contra Nicaragua y ha advertido a los empresarios cómplices de Daniel Ortega y Rosario Murillo que no habrá impunidad económica. Esta presión busca quebrar las alianzas entre las burguesías locales aliadas a las dictaduras criminales. Mientras tanto, Bolivia y Venezuela enfrentan procesos internos que podrían redefinir su destino político antes de fin de año.
El cambio de paradigma es irreversible. La democracia ha decidido dejar de ser indefensa ante el narcoterrorismo. La nueva geopolítica americana se sostiene en la defensa de la libertad, los derechos humanos y la soberanía de los pueblos frente a los estados capturados por mafias transnacionales. El desenlace está en curso: el Caribe, hoy, es el escenario donde se define el futuro de la libertad en el hemisferio.
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