El Éxtasis de Santa Teresa de Bernini

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El éxtasis de Santa Teresa de Gian Lorenzo Bernini.

Gian Lorenzo Bernini nació en Nápoles, en 1598, en el seno de una familia de escultores. Su padre, Pietro Bernini, le enseñó desde niño a trabajar el barro y el mármol, y a observar con detalle la anatomía y la expresión humana.

A los seis años se trasladó a Roma con su familia. Pietro trabajaba bajo la protección del cardenal Scipione Borghese, a quien muestra el precoz talento de Gian Lorenzo.

Roma, en el siglo XVII, estaba en pleno periodo de la Contrarreforma, y la Iglesia buscaba reafirmar su autoridad mediante el arte. No se trataba solo de decorar, el Concilio de Trento había marcado unas pautas claras el arte debía ser claro, tenía que conmover y que cada obra tenía que transmitir un mensaje claro y emocional para mover la fe de los fieles.

Bernini comprendió que la escultura podía contar historias, dirigir la mirada del espectador y generar una experiencia espiritual directa. Bernini no solo fue escultor: era arquitecto, diseñador de escenarios y experto en luz. En definitiva, supo buscar como ningún otro la teatralidad que caracteriza al arte barroco. Sus obras más importantes combinan escultura y arquitectura e integran el espacio completo para que el espectador viviera la experiencia.

El talento de Bernini se manifestó desde una edad muy temprana. Entre 1621 y 1625 el Cardenal Scipione Borghese, se convirtió en su principal protector, encargándole una serie de esculturas para la Villa Borghese que asombraron a la élite romana. Obras como el David, el Rapto de Proserpina y el Apolo y Dafne lo establecieron como un genio capaz de infundir vida y emoción al mármol.

En 1623 sube al trono de Pedro un pontífice de la familia Barberini, Urbano VIII, que va a ser un gran mecenas de las artes en general y de Bernini en particular. Para este papa realiza entre otras obras el baldaquino de San Pedro del Vaticano o el monumento funerario del papa.

La obra que hoy nos ocupa la realiza para la familia Cornaro en la capilla que tenían en la iglesia de Santa María de la Victoria entre 1647 y 1652, durante el pontificado de Inocencio X que había accedido al papado en 1644. En un periodo marcado por la crisis económica del papado y en el que este pontífice prefirió a otros artistas. De esta manera, Bernini estaba disponible para ser contratado por patrones privados, entre ellos, el cardenal veneciano Federico Cornaro (1579-1673), que había elegido la iglesia de Santa Maria della Vittoria de los carmelitas descalzos como su capilla de enterramiento. La orden había sido fundada por Santa Teresa de Jesús en 1562.

La santa nació en Ávila en 1515. Ingresó en la Orden del Carmelo y dedicó su vida a la oración, la meditación y la reforma buscando el rigor original de la regla de la orden.

Su obra literaria es fundamental. En el Libro de la Vida, Camino de Perfección y Las Moradas Santa Teresa describe sus experiencias místicas donde el alma se une a Dios.

¿Sabías que Santa Teresa de Jesús murió el 4 de octubre de 1582 y fue enterrada el 15 de octubre de 1582? Sin embargo desde el día de su muerte al de su entierro pasó un único día. Esto se debe a que el día después de la muerte de Santa Teresa se adaptó el cambio del calendario juliano al calendario gregoriano, por lo que estos diez días se omitieron del calendario.

La obra no es una escultura aislada, está integrada en un espacio, la Capilla Cornaro en la iglesia de Santa Maria della Vittoria de Roma.
El cardenal Federico Cornaro, pertenciente a una de las más influyentes de Venecia, encargó a Bernini esta capilla funeraria en la década de 1640. Quiso dejar allí un legado de prestigio y devoción y Bernini concibió la capilla como un auténtico teatro sacro.

Sobre el altar, encontramos el grupo escultórico de la transverberación de Santa Teresa. La escena se sitúa en un espacio flanqueado por columnas de mármol de colores y coronado por un frontón semicircular. Sobre la imagen, una ventana oculta proyecta luz natural tamizada por una vidriera de tonos amarillos sobre la escena, que se mezcla con rayos de bronce dorado que descienden desde lo alto, simbolizando la luz divina. Se trata de un efecto de luz teatral que utiliza Bernini para conseguir una escenografía más impactante para representar la unión mística de la santa con Cristo a través de la flecha dorada que sostiene el ángel y que tiene lugar en un espacio espiritual que Bernini representa en una nube etérea de un material más ligero que parece estar mágicamente suspendida en el aire.