Ventana del Bosque Eterno

Canción: Ventana del Bosque Eterno

Letra:

—Dice la voz del viento—,
que había una vez
en un rincón del tiempo,
una cabaña dormida
-habitando en el bosque-.

Allí nació un niño,
envuelto en un manto tibio
que era reino, planeta y ternura.
Jugaba con sus manos
como quien toca un piano de aire,
y cada barrote de su cuna
era una estrella danzante.

El pequeño creció -sin saberlo-,
bebiendo luz en vez de pan,
y un día descubrió
que el mundo empezaba
cuando sus ojos se abrían -un poco mas-.

Gateó por los rincones,
tocando objetos
como sílabas de idiomas antiguos,
y cuando logró ponerse en pie
vio una ventana en lo alto
donde el cielo brillaba
como un espejo
que no conocía de límites.

Se enamoró de ese azul.
del canto del arroyo,
del rumor de los árboles,
de los animales que corrían libres
como en el arte de un cuento.

Hasta que un día,
cansado de mirar desde lejos,
abrió la puerta
con el miedo bello
del que sabe que todo va a cambiar.
Primero un brazo,
después una pierna,
y al fin su pequeño cuerpo entero
saltó al abrazo del nuevo mundo.

Y vivió.
Vivió con todo lo que tenía.
Durmió en la hierba,
habló con el viento,
inventó constelaciones
con las formas de las nubes.

Pero una tarde
el cielo se quebró.
El sol fue herido
por un fuego oscuro;
los árboles ardieron,
el agua se volvió llanto rojo,
los animales huyeron en silencio.

[Verse 9]
El joven quedó tendido,
lastimado su cuerpo,
marcada su alma.
Y volvió arrastrándose hacia su cama
como un naufrago a la orilla,
durmió una larga fiebre
donde los días no tenían nombre.

Cuando volvió a abrir los ojos
todo era distinto:
el cielo había perdonado,
los arboles reverdecían,
el agua cantaba de nuevo
como si hubiera sanado al bosque herido.

Pero él sí había cambiado.
El miedo lo conducía
asentado en su pecho,
y aunque deseaba salir
sus pasos estaban atados
a la madera de su silla
y al cristal de la ventana.

Los años pasaron—
su cabello se volvió invierno,
sus manos temblaban
como frutos que están por caer.

Un día decidió:
“Hoy volveré a salir al bosque.”
Pero al intentar levantarse
descubrió que su juventud
se había perdido con el tiempo.

Y entonces lloró,
no por lo vivido,
sino por lo que no dejó nacer.

Miró su ventana,
la misma de cuando era niño,
y dijo con la voz que casi no era voz:
“Hay cosas que suceden una vez,
y que si dejamos al miedo dominar,
podemos perdernos la oportunidad
de seguir viviendo.”

Y colorín colorado,
sus ojos se cerraron suaves
como una hoja que vuelve a la tierra.

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