Cómo vencer la ira, el rencor y el resentimiento antes que te domine | Parashá Vaigash 5786

#11 Parashá Vaigash (וַיִּגַּשׁ)
Significado: “Y se acercó”, “se aproximó con cuidado”

📜 Torah: Bereshit (Génesis) 44:18 – 47:27
📜 Haftará (Sefardí): Yejezkel (Ezequiel) 37:15–28
📜 Código Real: Meir (Marcos) 14:32–15:5

En esta enseñanza vamos a profundizar en temas cruciales como:
El daño espiritual que produce la ira no resuelta y el resentimiento acumulado.
Las consecuencias reales del enojo de los hermanos de Yosef, aun cuando el plan divino se cumplía.
Por qué Yehudá comienza diciendo: “que no se encienda tu ira”.
El poder de acercarse sin agresión para evitar una catástrofe mayor.
Yosef como modelo del justo que no guarda rencor en su corazón.
Cómo la Torá nos enseña a reaccionar sin ira aun cuando somos heridos.

En la Parashá Vaigash, la Torá nos confronta con una verdad incómoda: aunque todo esté dentro de los planes de HaShem, nuestras reacciones siguen teniendo consecuencias. Los hermanos de Yosef actuaron desde el enojo, los celos y el resentimiento, y esa reacción desordenada desató años de dolor, separación familiar y culpa que los persiguió hasta Egipto.

Cuando Yehudá se acerca a Yosef, no lo hace con exigencia ni con ira. Sus primeras palabras son una súplica consciente:
“Por favor, que no se encienda tu ira contra tu siervo” (Bereshit 44:18).
Yehudá entiende algo profundo: la ira cierra oídos, endurece el corazón y destruye cualquier posibilidad de reconciliación. Por eso se acerca en humildad, sin levantar la voz, sin acusar, sin provocar.

Yosef, por su parte, nos muestra el nivel más alto de dominio espiritual. Tenía todo el poder para vengarse. Tenía razones humanas de sobra para guardar rencor. Sin embargo, eligió no hacerlo. Yosef no actuó desde la herida, sino desde la conciencia de HaShem. No negó el mal que le hicieron, pero tampoco permitió que ese mal se alojara en su corazón.

Aquí la Torá nos da una enseñanza práctica y urgente: muchos de los grandes conflictos de nuestra vida no nacen de hechos reales, sino de interpretaciones cargadas de enojo. Una mirada mal entendida, una palabra no dicha, una suposición… y el resentimiento comienza a crecer como fuego oculto. La Torá nos llama a detener ese incendio antes de que se vuelva destructivo.

Vaigash nos enseña que el camino del justo no es reaccionar, sino responder con dominio propio. Yeshúa HaMashíaj caminó este mismo principio: no respondió con ira, no guardó resentimiento, y enseñó que la verdadera libertad comienza cuando el corazón no está esclavizado por el enojo. La redención no empieza afuera; empieza cuando la ira no gobierna nuestras decisiones.

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