Al descubierto, el frente antidemocrático de Claudio X y Lorenzo Córdova

El martes 9 de diciembre, ocurrieron dos conferencias en las que queda al descubierto de forma total e incontrovertible el frente antidemocrático que han ido consolidando grupos oligárquicos de derecha y ultraderecha, que históricamente han tenido capturadas las instituciones supuestamente autónomas, en particular la que debería velar por la democracia: el IFE-INE.

Uno. La conferencia del empresario Claudio X González Guajardo, en la que reveló la participación directa de la asociación Creemos México –ligada, según el senador Adán Augusto López, a la organización de la marcha violenta del 15N– en la recolección de firmas para presentar una iniciativa de reforma electoral supuestamente proveniente de la sociedad civil; esto es una clara suplantación de la “sociedad civil”, que tergiversa el concepto con el objetivo de determinar de forma tramposa e ilegítima a una ciudadanía que tiene todos los derechos sobre el resto de la población, porque en el fondo lo que se busca es negar la existencia del pueblo y sus derechos colectivos, entre ellos su derecho a elegir libremente la forma de su gobierno.

Y dos. La conferencia de los expresidentes del IFE-INE –Lorenzo Córdova y Leonardo Valdés Zurita, así como de la ex mano derecha de Lorenzo en el INE, Edmundo Jacobo Molina– en la que presentaron el nuevo partido de derecha que busca ser representante de la micro élite, y de nombre Somos México.

Aunque se presentan como actos separados, en el fondo hay una convergencia de intereses que sale a flote en sus propias narrativas. Y esa convergencia es que buscan por todas las vías posibles –incluida la del fraude y la mentira– la restauración del viejo régimen, para regresar al modelo económico neoliberal que tanto benefició a los oligarcas, y que resta derechos humanos y derechos sociales para convertirlos en servicios, es decir, en mercancía susceptible de privatizar.

Aunado a lo anterior, ambas corrientes surgieron de un mismo plan: el de regresar a la oligarquía al poder político, sea por la vía de los viejos partidos (PAN, PRI y MC) o de una nueva organización política electoral ya descarada: Somos México. Ambas opciones siguen encabezadas por el mismo personaje –el empresario Claudio X– que le impuso al PRIAN una candidata a modo que tenía la misión de engañar al pueblo, con la explotación mediática de su origen indígena y humilde, que se convirtió en exitosa supuestamente por su esfuerzo de vender gelatinas.

Otros puntos claros sobre su convergencia se manifiestan en sus discursos manipulados y mentirosos: ambas corrientes descalifican el proceso de discusión pública que se está llevando a cabo con las audiencias para construir la reforma electoral, como si las y los participantes no valieran. Con ello, buscan monopolizar nuevamente conceptos como el de ciudadanía, independencia, autonomía; y restarle al pueblo su capacidad de organización y acción.

Ambos apuntan que estamos a punto de entrar a la dictadura o que ya estamos en ella, desconociendo así, de forma arbitraria y sin ningún respeto, la voluntad popular que llevó a la presidenta Sheinbaum al poder, con 36 millones de votos, casi 20 millones de votos de diferencia respecto de la candidata de Claudio X, la panista Xóchitl Gálvez.

También, reducen al pueblo a su expresión mínima, para no reconocerle su voluntad ni su mandato de reformar profundamente al Estado mexicano, para dejar atrás la larga noche neoliberal.

Hablan de la supuesta urgencia de la reconstrucción democrática de nuestro país. Pues en dónde viven, que no se enteraron que los gobiernos de AMLO y Sheinbaum fueron elegidos de forma abrumadora por un pueblo informado que le dijo basta al neoliberalismo, basta a los abusos de los más ricos, basta de gobiernos sometidos a los intereses de la micro élite que generaron ordas de pobres y ampliaron las brechas de desigualdad.

Por último, es fundamental ver por qué están tan desesperados acerca de la reforma electoral: ya perdieron su oportunidad de cometer lawfare o guerra judicial contra la 4T, porque el Poder Judicial se democratizó, así que su última trinchera es mantener bajo su control al INE, para que en el futuro vuelvan a cometer fraudes monumentales como el de 2006; o a encubrir corruptelas como las de 2000, con amigos de Fox y Pemexgate; o de 2012, como la compra de votos por medio de las tarjetas Monex y Soriana, y el financiamiento ilegal a campañas como ocurrió con el caso Odebrecht.

Por ello, ahora, más que nunca, urge que el pueblo esté a las vivas, defendiendo la democracia, la soberanía y la independencia de nuestro país.