EL YOGA DE LA VIDA COTIDIANA | Ramiro Calle

“El yoga no está al margen de la vida, sino que está en la vida misma. Es como cuando el maestro zen aseveró: "La verdad está en la vida de cada día, pero unos la ven y otros no".
La vida de cada día es un gran reto, un desafío inmenso, una maestra a veces despiadada, pero que nos ayuda a poner en marcha todos nuestros potenciales, incluso aquellos que nos pasan desapercibidos. De hecho, meditamos para poder liberarnos de los oscurecimientos mentales y el sufrimiento innecesario que genera la mente neurótica, pero también para poder afrontar con más firmeza y ecuanimidad la vida diaria, incluso sin perder la sonrisa y el buen talante, evitando añadir sufrimiento al sufrimiento, instrumentalizando tanto el placer como el dolor para amplificar la consciencia y conectar con la desnuda sensación de ser.
Si estamos conscientes y sin prejuicios, cada momento nos enseña y nos puede producir un pequeño "golpe" para estar más despiertos, o sea más lucidos y perceptivos. Se trata de saber moverse con destreza en el escenario de la vida sin dejar que nos aturda la caótica nebulosa de la mente con su juego de espejos distorsionantes. Los momentos cumbres de conciencia que vienen son como una brisa de confortamiento para el alma, pero pasan como las nubes, tampoco permanecen; son un bonito e inspirador regalo, pero se fugan. En cambio, la vida de cada día se nos presenta cada mañana al despertar y tenemos que bregar con cada situación que va viniendo, sea en el mercado o la oficina, en soledad o en multitud, en el trabajo o en el ocio, en un santuario o en una discoteca.
La mayoría meditamos para poder sentirnos un poco mejor, y como diría Kipling, "mantener la cabeza tranquila cuando todo al rededor es cabeza perdida"; meditamos para no dejarnos engullir por el desquiciamiento global y poder evolucionar conscientemente; meditamos para no dejarnos tanto arrastrar por la naturaleza del primate que llevamos con nosotros y humanizarnos; meditamos para poder soportar sin desesperar la rutina de una vida que a veces parece no tener sentido, pero que podemos dárselo cuando disipemos la bruma y nos brindemos esa sonrisa que nos anima a nosotros mismos y anima a los demás”

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