La Masacre De Torreón: La Familia Ibarra Que Exterminó 12 Pandilleros Por Un Cariño Interrumpido

La Masacre De Torreón: La Familia Ibarra Que Exterminó 12 Pandilleros Por Un Cariño Interrumpido

La grabación dura once segundos.
Once segundos que destruyeron doce vidas y salvaron una.
En la grabación se escucha la voz de una niña. Tiene ocho años. Está llorando. Dice cuatro palabras antes de que alguien le arrebate el teléfono:
"Papi, me están tocando."

Esa grabación existe. La tiene la Fiscalía de Coahuila en un expediente que lleva más de veinticinco años sin moverse. Once segundos de audio que nunca se presentaron como evidencia porque no hubo juicio. No hubo acusados. No hubo nadie a quien juzgar.

Porque los doce hombres que secuestraron a Luciana Ibarra Escobedo, de ocho años, en las afueras de Torreón el 14 de noviembre de 1997, dejaron de existir setenta y dos horas después de esa llamada.
No murieron de balazos.

No murieron rápido.
Murieron de formas que el forense jefe de Coahuila describió en su reporte como "incompatibles con cualquier método de ejecución conocido en el contexto del crimen organizado mexicano".

Murieron a manos de una familia de agricultores que cultivaba algodón y nuez en las tierras áridas de La Laguna.

Con las mismas herramientas que usaban para trabajar el campo.
Esta no es una historia de narcos contra narcos. No es una historia de cárteles peleando territorio. Es la historia de lo que pasa cuando tocas a la hija de un hombre que no tiene nada que perder.

Es la historia de Epifanio Ibarra Montes.
Y de los doce hombres que aprendieron, en sus últimas horas de vida, que hay destinos peores que la muerte.