DEPENDENCIA DE DIOS. 19 de noviembre 2025.

Deseándoles bendiciones y que el Señor les esté acompañando en este día, leo una cita que se encuentra en Jn 15 versículo 5, “Porque separados de mí nada podéis hacer”.
La primera lección que debe enseñarse es la lección de la dependencia de Dios. Como la flor del campo tiene su raíz en el suelo, y debe recibir aire, rocío, lluvia y luz del sol, así debemos recibir de Dios lo que debe sostener la vida del alma. La presencia de Dios es una garantía para el cristiano. Esta Roca de fe es la presencia viviente de Dios. El más débil puede depender de ella. Los que se creen más fuertes pueden convertirse en los más débiles a menos que dependan del Señor como su eficiencia y su dignidad. Esta es la Roca sobre la cual podemos edificar con éxito. Dios está cerca en el sacrificio expiatorio de Cristo, en su intercesión, su amor, su tierno poder guiador en la iglesia.
Sentado junto al trono eterno, los observa con intenso interés. Mientras los miembros del pueblo de Dios obtengan sabia nutrición de Jesucristo por medio de la fe, y no de las opiniones, las invenciones y los métodos de los hombres; si tienen una convicción de la cercanía de Dios en Jesucristo, y ponen su entera confianza en él, tendrán una relación vital con Cristo, como el pámpano tiene una relación con el tronco de la vid. La familia de Dios no está establecida sobre teorías de hombres, sobre formas y planes a largo plazo vacíos de significado. Depende del Señor Jesucristo, su justicia. Está edificada sobre la fe en el Salvador “y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella”.
La fortaleza de toda alma reside en Dios y no en el hombre. La quietud y la confianza han de ser la fuerza de todos los que dediquen su corazón a Dios. Jesucristo no manifiesta un interés casual en nosotros; el suyo es más fuerte que el de una madre por su hijo. Nuestro Salvador nos ha comprado con el sufrimiento y el dolor humanos, mediante el insulto, la humillación, el abuso, la burla, el rechazo y la muerte. Él lo está cuidando, a usted que es un hijo tembloroso de Dios. Usted estará seguro bajo Su protección. Nuestra debilidad en la naturaleza humana no impedirá nuestro acceso al Padre celestial, porque Él, el Señor Jesucristo murió para interceder por nosotros.
Que el buen Señor nos ayude a entender su gracia y su misericordia nos cubra y que corramos a buscarle hoy qué es nuestro Sustentador y Salvador y nos entreguemos completamente a él. Deseo que el Señor le conceda su paz y le guarde en este día y así viva para el bien y que las mayores bendiciones del cielo, sean en su vida.