​¿Qué dicen realmente los textos? Crítica Académica

La Utopía del Vástago y el Hacha del Juicio: Una Deconstrucción Política del Segundo Domingo de Adviento
La liturgia propuesta para este 7 de diciembre de 2025 articula una tensión formidable entre la esperanza de una restauración monárquica idealizada, presente en el profeta Isaías, y la amenaza inminente de una purga escatológica anunciada por Juan el Bautista en el Evangelio de Mateo. Aunque la tradición eclesiástica intenta armonizar estos textos bajo el tema general de la "paz mesiánica", un análisis crítico riguroso revela una fractura profunda entre el nacionalismo judío original y la relectura apocalíptica del cristianismo primitivo, operando sobre dos lógicas históricas opuestas.
Al adentrarnos en la primera lectura de Isaías 11:1-10, nos enfrentamos de inmediato a un problema de datación y contexto vital, o Sitz im Leben. El texto abre con la potente imagen de que saldrá un vástago del tronco de Jesé. La palabra hebrea utilizada aquí para "tronco" es geza, un término técnico que se refiere específicamente a la base de un árbol que ha sido talado y del que solo queda el tocón. Aunque la tradición atribuye esto al Isaías del siglo VIII a.C. durante la crisis asiria, el consenso crítico moderno sugiere que esta metáfora presupone la caída definitiva de la dinastía davídica ocurrida en el año 587 a.C. con el exilio babilónico. Si la monarquía todavía hubiera estado en pie, la imagen de un árbol cortado habría sido considerada una traición política; por tanto, estamos probablemente ante una redacción post-exílica que proyecta una esperanza de restauración sobre las ruinas de la soberanía nacional perdida.
La clave filológica de este pasaje reside en el término hebreo para "vástago" o "retoño", que es Netzer. Este sustantivo es el eslabón lingüístico que el evangelista Mateo explotará más tarde para llamar a Jesús "Nazareno" o Notzri, basándose en una fonética compartida. Sin embargo, en su contexto original, el Netzer no es una figura divina preexistente, sino un rey humano ideal, un "Nuevo David" sobre el cual reposará el Ruach YHWH, el Espíritu de Yahvé. Es crucial notar que este espíritu no se le da para realizar milagros, sino para ejercer la Mishpat, es decir, la justicia judicial. El texto insiste en que este líder "no juzgará por apariencias", lo cual constituye una crítica directa a los reyes históricos de Judá, quienes eran notorios por la corrupción y el soborno. Así, el Mesías de Isaías se perfila, ante todo, como un reformador radical del poder judicial.
Esta visión culmina con el famoso bestiario de la paz, donde el lobo habita con el cordero. Lejos de ser una estampa pastoral o paradisíaca sentimental, en el código político del Próximo Oriente Antiguo los animales salvajes representaban a las naciones enemigas imperiales como Asiria o Babilonia. Que el león coma paja con el buey puede interpretarse originalmente como una esperanza geopolítica concreta: el deseo de que los imperios depredadores dejen de devorar a los pequeños estados vasallos como Israel y adopten una política de no agresión.
Trasladándonos al Evangelio de Mateo 3:1-12, el escenario cambia drásticamente hacia el desierto de Judea, donde Juan el Bautista predica un mensaje de crisis. Mateo introduce a Juan citando a Isaías 40:3, pero aquí ocurre una manipulación textual significativa. Los evangelistas siguen la versión griega de la Septuaginta, que altera la puntuación del hebreo original. Mientras que el texto masorético hebreo decía "preparad en el desierto el camino", poniendo el énfasis en la localización de la acción —lo que motivó a grupos como los esenios de Qumrán a retirarse físicamente al desierto—, el texto griego que usa Mateo dice "voz que clama en el desierto: preparad el camino", poniendo el énfasis en la ubicación del profeta. Esta apropiación permite a Mateo validar teológicamente la geografía del ministerio de Juan.
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