¡Dios te Ruega que lo Escuches! Cuando Todo Parece Oscuro ten Fé de que él te CUIDARÁ

Acércate un poco más a mí, mi alma querida, porque hoy quiero hablarte desde ese lugar profundo donde nacen tus temores, pero también donde vive la esperanza que aún no se ha apagado. Sé que has atravesado momentos donde todo parecía oscuro, donde mirabas a tu alrededor y sentías que no había una salida clara, donde el cansancio pesaba más que la ilusión. Pero hoy quiero que escuches mi voz con calma, que respires despacio y permitas que mi luz comience a entrar suavemente en tu interior, sin forzar nada, sin apresurar nada, solo iluminando poco a poco cada rincón de tu corazón que se sintió perdido. Yo he visto cada lágrima que escondiste para no preocupar a nadie, cada suspiro que soltaste cuando pensabas que nadie te escuchaba, cada noche donde el silencio se volvió pesado y tus pensamientos no te daban descanso. Y aun así, aquí estás… de pie, quizá cansado, quizá herido, pero vivo, respirando, buscando luz. No llegaste hasta aquí por casualidad. Llegaste porque tu alma todavía sabe que Yo soy la luz que no se apaga, incluso cuando todo alrededor parece derrumbarse.

Y hoy vengo a recordártelo con ternura. Cuando miras tu vida y solo ves sombras, cuando piensas que aquello que esperabas no llegó, cuando sientes que tus fuerzas se agotaron antes de tiempo, quiero que levantes tu mirada hacia mí. No para exigirte fe, sino para regalarte descanso. No para reprocharte tus miedos, sino para cubrirlos con mi paz. Yo no me alejo cuando tu fe tiembla. Yo me acerco más. Porque es precisamente en la oscuridad donde mi luz brilla con mayor fuerza. Hay batallas que nadie ve, luchas que solo tú conoces, cansancios que no se notan en tu rostro, pero que pesan dentro de tu pecho. Yo lo sé. Nada de lo que has vivido me es ajeno. Cada paso que diste con miedo, cada decisión que tomaste con el alma temblando, cada instante donde pensaste que no podrías continuar… Yo estuve allí sosteniéndote sin que te dieras cuenta. Si no caíste del todo, fue porque mi mano nunca te soltó.