Mi esposo descubrió mi aventura con el pastor de la iglesia. Pero en vez de decirmelo y hablarlo

Mi esposo descubrió mi aventura con el pastor de la iglesia. Pero en vez de decirmelo y hablarlo como personas maduras, lo expuso en TV nacional. Ahora mi vida està arruinada

Tenía la mano pulsando de dolor por el golpe que acababa de darle y el zumbido de los micrófonos acoplándose era lo único que se escuchaba en todo el auditorio mientras él me miraba desde el suelo con esa sonrisa cínica rodeado de carteles desparramados. Todo el mundo cree que la loca fui yo por reaccionar así en televisión en vivo, pero nadie piensa en la provocación tan barata y calculada que tuve que soportar frente a las cámaras solo para que él tuviera sus cinco minutos de fama. Para que entiendan por qué terminé siendo la supuesta villana de esta historia, tengo que explicar cómo llegamos a ese escenario. Sinceramente, Santiago siempre tuvo un complejo de inferioridad muy marcado que intentaba disimular con su silencio, y lo que hizo anoche solo prueba que nunca estuvo a mi nivel intelectual ni social. Llevábamos años estancados en una rutina que él llamaba estabilidad, pero que yo sentía como una asfixia lenta y gris, donde mis ambiciones eran recibidas con una indiferencia pasmosa. No es que yo buscara hacerle daño deliberadamente, simplemente necesitaba oxígeno, alguien que pudiera seguirme el ritmo y entender mis inquietudes más profundas. Ahí es donde entró Lucas, y no voy a permitir que la gente de mente pequeña y sucia reduzca lo nuestro a un simple engaño carnal, porque fue mucho más complejo que eso. Mi relación con Lucas no era algo vulgar como lo están pintando ahora en todas las redes sociales; era una conexión intelectual y, sobre todo, espiritual, que yo necesitaba desesperadamente porque en mi propia casa solo recibía mediocridad. Lucas tenía esa capacidad de escuchar y debatir, una presencia magnética que llenaba los espacios vacíos que Santiago dejaba por su falta de carácter. No me siento culpable por haber buscado esa luz, porque cualquier persona con sangre en las venas hubiera hecho lo mismo en mi lugar para no marchitarse. Santiago lo sabía, o al menos intuía que yo estaba fuera de su liga desde hacía tiempo, pero prefería hacerse el ciego para no enfrentar la realidad de que yo había evolucionado y él no.


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